lunes, 16 de junio de 2014

Teo en clase de latín

- ¿Sabes que Maripuri después de selectividad se ha apuntado a un curso de latín?
- ¡Qué dices! ¿Y por qué no estudia mejor inglés?

Esta conversación entre dos amigas que, con la mejor de sus intenciones, comentaban los planes de verano de Maripuri (a quien en este post he decidido llamar así para conservar su anonimato), muestra la influencia que puede llegar a tener en nosotros, sin apenas darnos cuenta, la sociedad mercantilista en la que vivimos.

Vermeer, Mujer leyendo una carta (detalle). 1663-1664. Amsterdam

En los últimos años he visto, con algo de pena, como niños de 3 y 4 años entraban una hora antes al colegio (teniendo que levantarse algunos a las 6 a.m.) para atender clases de chino. Sus padres, con toda su buena intención puesto que quieren lo mejor para ellos, pensaban que de este modo en un todavía lejano futuro, su carrera profesional se vería beneficiada si lograban dominar el chino con fluidez. No hay duda de que los idiomas que se aprenden de niño se afianzan con mas facilidad, pero ¿es necesario llegar al punto de quitarle al niño horas de sueño o de juego? ¿Qué les estamos enseñando? La vida ya es suficientemente compleja como para estar planificándosela a nuestros hijos desde la guardería.


Esta visión del mundo se ha reflejado también en la universidad. Las carreras de Humanidades están cada vez menos consideradas, y muchas de ellas han desaparecido con la implantación del "Plan Bolonia". En varias ocasiones me he visto metida en discusiones con personas que consideran las Humanidades como algo inútil, estudios de segunda categoría, un mero entretenimiento que no alcanza nunca a tener la importancia de la ciencia; la Madre Ciencia.

Por propia experiencia, se que cuando alguien se matricula en un carrera de Humanidades inmediatamente pasa a ser contemplado de tres formas por la mayor parte de la sociedad: bien como un vago que no consiguió suficiente nota media en selectividad como para matricularse en Medicina o Derecho y ADE, como un friki, o como un muerto de hambre en potencia que en un futuro atenderá la caja de un supermercado porque no encontró trabajo de lo suyo. Y no exagero. La pregunta más frecuente que la gente me hacía después de decir que estudiaba historia del arte era: " ¿Pero eso tiene salidas? O bien comentaban: "¡Qué bonito! ¡Yo quiero estudiarlo cuando me jubile!" (se ve que antes no tiene sentido hacerlo).


Desde hace varios años, profesores de universidad de las ramas de Humanidades han alzado la voz para avisar de las consecuencias que puede tener suprimir o relegar su enseñanza a un segundo plano, tanto en el colegio como en la universidad. Todos ellos coinciden en que el estudio de las Humanidades es imprescindible no sólo para el correcto conocimiento y uso de la lengua (es lamentable la forma que tienen de expresarse hoy día muchos licenciados e incluso profesores de universidad), sino también para saber razonar, despertar la sensibilidad artística y formarse en el pensamiento crítico.
 
Uno de los carteles de una campaña italiana para protestar por la disposición del gobierno italiano de suprimir la enseñanza de la Historia del Arte en el Instituto. Reproduce el cartel de una hipotética exposición que tendría lugar en Roma en el año 2020: los títulos de los cuadros estarían inventados porque no se tendría conocimiento de los mismos. 
Es imprescindible que las Ciencias y las Humanidades caminen de la mano. Como afirma Erns H. Gombrich: "esperar que podamos mantener nuestra ciencia y tecnología avanzando mientras condenamos las humanidades a la asfixia es peor que una ingenuidad".


Voy a proponer un nuevo titulo para la serie de cuentos de Teo, para que los niños aprendan desde pequeños no solo a hablar chino sino también que las humanidades son igual o más importantes que las ciencias.


Volviendo al comienzo, Maripuri, quiero decirte que estoy contigo. Me parece admirable que dediques tu verano a estudiar latín en vez de tirarte en la piscina a conseguir el moreno de tu vida. Aprendamos, como ella, a reconocer el valor de lo inútil.

Almudena Ruiz del Árbol


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